Gummo
Harmony Korine es uno de esos directores de culto que siempre sorprenden cada vez que deciden llevar algo a la pantalla. Tras su debut como guionista con la controversial Kids (1995), dos años después reaparece para retratar el lado más íntimo de los ciudadanos olvidados de Xenia, Ohio, tras ser golpeados por un tornado. De eso precisamente se trata Gummo: un retrato fiel del lado más omitido de los Estados Unidos.
Korine consigue mostrar el lado más redneck del sur de Estados Unidos en esta magnífica cinta. Un conjunto de diferentes viñetas que relatan el estilo de vida de los ciudadanos que el sueño americano ha dejado atrás. Diferentes personajes se nos presentan, todos ellos pintorescos a su manera. Solomon, un joven marginal, se nos presenta como nuestro protagonista, y quien narra en off la otra cara de muchos de los personajes que transitan por la pantalla. Así como, de la mano de Tummler, su mejor amigo, somos testigos de su rutina diaria, así como de sus propios demonios internos y goces en su vida como redneck.
No es esta una película para todo público. Es de esas grandes películas que cumplen con visibilizar el rostro de aquellos a quienes por lo general el cine ha disfrutado omitiendo. En esta película no hay héroes, ni tampoco villanos. Es una película humana: quienes vean esta película ven una realidad oculta, que se nos descubre gracias al ojo de esta lente, que con la magnífica dirección de Korine consigue recrear el estilo de vida de los blancos pobres del sur de los Estados Unidos.
Película quizá incómoda para muchos, para mí es sin lugar a dudas una de esas joyas del cine de los 90s. Entretenida de principio a fin, una película que resultará bizarra para algunos, interesante para otros, pero, de cualquier forma, no se puede negar que su valor como película es, a mi parecer, notable, al visibilizar un mundo que buena parte de Hollywood ha preferido ignorar, pero que Korine enseña de forma envidiable en esta cinta.
Un merecido 8/10.
- Escribe: Ernesto Larrea